Un derecho de todos y de todas
A pesar de que el Medio Ambiente es un derecho de todas las personas y está protegido por tratados internacionales, todavía queda mucho que avanzar para llegar a implementar un modo de vida sostenible
Tendencias actuales como el incremento de la población y un consumo insostenible, basado en una economía lineal, suponen un riesgo para el medio ambiente y un reto que diferentes organizaciones están tratando de abordar. Este es el principal motivo por el que a lo largo de este año y, sobre todo, en el Día Mundial del Medio Ambiente es necesario recordar la importancia de implantar un sistema basado en el desarrollo sostenible y mundial a largo plazo. Es necesario poner el foco en el desarrollo de políticas medioambientales y aumentar la conciencia social sobre el consumo responsable y la gestión de los residuos, tanto en ámbitos territoriales más reducidos como a nivel mundial.
En septiembre de 2015, la Asamblea General de Naciones Unidas adoptó una serie de objetivos en favor de las personas, el planeta y la prosperidad. Estas medidas se recopilaron en la famosa Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Entre ellas destacan las dirigidos al cuidado del medio ambiente, a una producción y un consumo responsables y al desarrollo sostenible en general. Esta propuesta supuso un acuerdo común de todos los países, que se comprometieron a implementar sus objetivos mediante alianzas entre ellos y poniendo especial atención en territorios más pobres.
A pesar de las numerosas iniciativas para promover un desarrollo sostenible, el Banco Mundial publicó en septiembre del 2018 un informe llamado ‘Los deshechos 2.0’, que aseguraba que los residuos aumentarán en un 70% a nivel mundial en los próximos 30 años. La causa principal del incremento será el rápido crecimiento de las poblaciones y, en consecuencia, el aumento del consumo. Los 2100 millones de toneladas de residuos que generan las personas actualmente pasarán a ser 3400, según el informe.
Los países enriquecidos, que representan tan sólo el 16% de la población, generan un 34% de los residuos del mundo. Estos países recuperan aproximadamente un tercio de los residuos generados por medio del reciclaje y de la compostificación, según el informe del Banco Mundial. El resto se acumula en vertederos, se quema o se entierra. Sin embargo, la gestión de residuos en países empobrecidos presenta más dificultades. Este es uno de los motivos por lo que los mayores basureros del mundo se encuentran en países empobrecidos.
Waste Atlas, una organización sin ánimo de lucro que reúne datos de vertederos que se encuentran alrededor del mundo, localiza los basureros más grandes en África, Asia y Latinoamérica. En Europa únicamente hay dos vertederos, que se encuentran en Serbia y Ucrania. Dos de los requisitos para que Waste Atlas incluya un vertedero en su página web es que ocupe al menos 24 hectáreas de media y la cantidad de residuos anuales que reciba sea de 270.000 toneladas aproximadamente.
Los vertederos constituyen uno de los grandes retos que abordar en cuanto al medio ambiente. Países como Nicaragua, Perú, India y Palestina (Gaza en concreto) son los territorios con más basureros del mundo. El problema es que son países sin recursos para deshacerse de las toneladas de residuos que llegan anualmente. Esto supone un riesgo, porque poco a poco la acumulación de residuos es mayor, en detrimento de las condiciones de vida de la población. Según datos de Waste Atlas, alrededor de 64 millones de personas viven en torno a estos vertederos y 52.000 viven de trabajos relacionados con los residuos que acumulan.
Basurero a las afueras de San Lucas Tolimán, Guatemala. Foto: Alfonso Moral
Según un informe elaborado por Greenpeace ‘Maldito plástico: reciclar no es suficiente’, el tráfico internacional de residuos es un “sistema perverso e ineficiente”. Algunos países aceptan los residuos a cambio de dinero, sin detenerse en la grave contaminación que supone para sus territorios. “Estas son las carencias de un sistema de producción y de consumo que está llevando a todo el planeta a su límite”, asegura Greenpeace en el informe. Estos residuos que se trasladan de unos países a otros, generalmente de países desarrollados a países pobres o en vías de desarrollo, se acumulan en los vertederos mundiales.
Hasta el año 2016, la Unión Europea era el principal exportador mundial. Esto se produce porque en ocasiones exportar los residuos a otros países es más barato que reciclarlos en la propia UE. Ese mismo año, tan sólo contabilizando los residuos plásticos, el intercambio de desechos superó los 15 millones de toneladas, siendo China el principal importador, según los datos de Greenpeace. Desde el año 2018, China estableció una serie de restricciones y prohibiciones en cuanto a las importaciones de residuos, para acabar con todos los problemas que supone la acumulación de estos. Esta industria, calificada en el informe de Greenpeace como “poco sostenible y transparente”, supone enormes riesgos tanto para las personas como para el medio ambiente.
Pero el tráfico con residuos y la exportación a países en vías de desarrollo solamente es una de las consecuencias del impacto de la economía lineal en el medio ambiente. Uno de los principales problemas reside en que el foco no debería ponerse tan sólo en el reciclaje. Este modelo de producción incita a que una vez finalice la vida útil de un producto, la persona propietaria se desprenda de él sin hacerse responsable de cuál será su destino. Además, el problema de que la población aumente es que, según el modelo de compra-venta existente, el consumo incrementa también y, en consecuencia, la cantidad de residuos cada vez es más elevada. Este es el motivo por el que organizaciones como Greenpeace intentan concienciar de que reciclar no es suficiente y de que la sociedad necesita cambios en el modo de vida y de consumo.
Además, cabe destacar que el Medio Ambiente es un derecho protegido por diferentes tratados internacionales y, por lo tanto, exigible por los ciudadanos. Según el artículo 12 del Pacto Internacional de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, toda persona tiene derecho al medio ambiente. Otros documentos como la Carta Africana sobre los Derechos Humanos y de los Pueblos y el Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos también incluyen el derecho de todas las personas al disfrute y mejoramiento de un entorno sano. Sin duda, las iniciativas para poner solución a este problema, cada vez más evidente, existen, ahora es necesario que se adopten políticas y modos de vida acordes a estas.
A través de la Campaña Ciudadanía en Movimiento por los Derechos Humanos y la Igualdad de Género, Solidaridad Internacional reivindica el respeto al Medio Ambiente y solicita la puesta en marcha de medidas efectivas de acuerdo con la Agenda 2030.
* Artículo elaborado por Paz Miguel Somalo, voluntaria de Nazioarteko Elkartasuna - Solidaridad Internacional.